El origen nómada de quienes lo usaban en la antigüedad, hicieron que tuviesen una característica especial en la trama de urdimbre, plana y sin nudos, para evitar el paso de la arena del desierto. Los kilims acompañaban a sus dueños como maletas o como divisorios en las tiendas que armaban en los viajes.
Los diseños estaban llenos de simbolismo. Estos significaban deseos, mensajes o, por ejemplo, los motivos con forma de S anunciaban un feliz acontecimiento. En general, se confeccionaban sin un patrón previo que los daba espontaneidad y exclusividad a cada pieza. Los actuales no respetan a estos tradiciones pero mantienen el espíritu ágil del tejido original. Una de las principales ventajas del kilim es que pesa muy poco, es liviana y nos transmite una imagen fresca y ligera.
Dentro de la decoración, los kilims han supuesto un artículo novedoso, diferente y único. Son piezas exclusivas, ya que al estar bordadas a mano no existen dos iguales. También ofrecen unos diseños y motivos originales, étnicos y diferentes a lo conocido. Por otro lado, su composición hace que sean piezas fáciles para el mantenimiento y ofrecen agilidad y confort.